Escupí mi declaración de intenciones sin haberte puesto el ojo
encima. Sin mí, sin contexto, y en un texto. Echar mano de ti llegó
más tarde. La creencia y creación de intenciones sigue intacta,
inocente, intensa. Hoy juego a unir con lápiz los lunares de tu
cuerpo para descubrir el dibujo oculto. Tú planeas encontrar las mil
y una diferencias entre el significante que ves de mí y el que te
muestra mi imagen a través de un espejo cualquiera, con y sin
sombras. Sin sanguina no hay bosquejo. Del color de tu plato de
'pasta al nero di seppia' sacas la tinta para coserme a través del
ojo ajeno.
Nos acechan las piedras del camino cuyos árboles han vomitado todos
sus hijos. Tres minutos por delante de mis pies entre las hojas, bajo
la oscuridad del sol, a ocho mil y ciento noventa y cinco pasos de
violar la parodia de la huida. Con un poco de leche y demasiado
azúcar, como es costumbre. Las coordinadas no son exactas, rondan
los minutos escondidos en diez millones de millas. Rodeadas por el
frío en quiebra de la humedad del mar las mentes olvidan la vía
tres. Los pies vencidos, invencibles.
Texto: ENERO 2012
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